jueves, febrero 08, 2007

Nuestro Maíz

Un gobierno que no es capaz de alimentar a su pueblo no tiene razón de ser.


Las grandes regiones culturales del mundo están asociadas a un cereal: China al arroz, Europa al trigo y México al maíz.


Durante milenios hemos cultivado ese cereal. Nuestros antepasados lo domesticaron y lograron una hazaña que asombra a los científicos actuales: maíces distintos capaces de darse en casi todos los suelos, altitudes y climas.


Y también maíces especializados: pozoleros, para tortilla, para pinole, para forraje, etc.
Al nixtamalizar el maíz añadiendo agua con cal para ablandar la cubierta del grano, quedan disponibles los nutrientes y se hace más digirible. La nixtamalización es un proceso tecnológico desarrollado por nuestros antepasados.


Con maíz nixtamalizado se elaboran las tortillas. La mayoría de los mexicanos comemos tortillas diariamente.


De esa mayoría, un alto porcentaje obtiene del maíz más de la mitad de la energía (hidratos de carbono), la mayor parte de la proteína, de la fibra, del calcio y de todas las vitaminas.
Son de tal riqueza el maíz y la milpa, que gracias a ellos el hambre entre los mexicanos pobres no es tan brutal.


Pero 18 millones de mexicanos tienen desnutrición severa y 12 millones, desnutrición moderada. Si comen menos tortilla por el alza de precio o comen tortillas de harina de maíz, tendrán más problemas de desnutrición.


El alza actual de la tortilla es un duro golpe al corazón y al bolsillo de los mexicanos.
Muestra la ineficiencia de por lo menos cinco gobiernos incluido el presente, para atender los problemas de México con soluciones propias.


Es falso que el maíz haya subido sólo debido a que con maíz amarillo se hace alcohol (etanol); las tortillas se hacen con maíz blanco del que producimos suficiente.


La verdad es que el campo está en un grave abandono. Cada año 200 000 campesinos han dejado de sembrar maíz. Muchos de ellos salieron del país para sobrevivir.


Y quieren explotarnos más. Dicen que con maíz se poliniza abiertamente por viento y las semillas se intercambian a veces entre parcelas distantes.


El maíz transgénico contaminaría nuestros maíces. Unas cuantas compañías podrían controlar el abasto de semillas. Y si durante el proceso de polinización nuestras variedades de maíz se contaminaran de las plantas transgénicas podrían demandarnos por ello como ha ocurrido en otros países. Se adueñarían de nuestro maíz.


Los científicos nacionalistas han unido sus conocimientos a los de los campesinos para desarrollar variedades capaces de rendir el doble que las variedades actuales. Se pueden acelerar procesos de mejoramiento con ayuda de la ciencia de frontera nacional. Para ello, es fundamental conservar la gran variedad de maíces mexicanos.


Estas semillas no se difunden porque el gobierno no apoya a los suyos, sino a las compañías extranjeras.


El maíz es nuestro. Tenemos derecho de comer tortillas de masa nixtamalizada, suaves, bien cocidas, hechas con maíz mexicano de calidad.


Sería grave perder la soberanía alimentaria. Producimos suficiente maíz blanco para tortillas. Pero hay acaparadores que lo compran barato, lo guardan, especulan con él y lo venden caro. Esto tiene que cambiar.


Tenemos que organizarnos. Decirle a los demás por qué hemos caído tan bajo. Somos la mayoría y debemos luchar por nosotros, por los hijos, por los nietos.


Nuestros padres, nuestros abuelos nos dejaron una herencia milenaria. ¿Les vamos a fallar? ¿Nos vamos a quedar con las manos cruzadas?


En los lugares de trabajo, en nuestros pueblos, en las ciudades de cinco en cinco, de diez en diez, pacíficamente pero decididos, tenemos que correr la voz.


Exigimos que la atención al campo sea prioridad nacional.


Que el maíz sea un asunto de seguridad nacional.


Que el maíz que comamos sea nutritivo y sano, de buena calidad y sembrado en México.


Que se respete a la milpa, corazón de los pueblos de México.


Que se castigue a los acaparadores de maíz con el mismo rigor con el que de manera injusta, se reprime a quienes luchan por una vida mejor.


Que nuestro trabajo y dinero no se queden en manos de unos cuantos empresarios e intermediarios voraces, ni de los exportadores.


Que haya mejores métodos de comercialización modernos y pago justo a los campesinos.


Que se dé mayor apoyo para que los científicos junto a los campesinos siembren maíces más productivos en el territorio nacional.


No a la masa de harina de maíz, sí a la masa de nixtamal.


No al maíz transgénico. Sí al maíz que es vida, identidad y cultura para los mexicanos.



Documento difundido en el Foro :
“Maíz y el consumo popular: Especulación y Transgénicos”
Evento organizado por la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad (UCCS)
www.unionccs.org


EspaciO – en Resistencia